Amigos:
Doy gracias a Dios y a la Virgen de estar de nuevo con ustedes.
Once meses, aislado físicamente, de mi familia y mis amigos, no lograron separarme de ninguno de ustedes. Los tuve presentes en mis oraciones durante todo este tiempo y siempre sentí, que ustedes, de la misma manera, estaban conmigo. Hoy, al ver las muestras de cariño y afecto de tantas personas, me doy cuenta que no me equivoqué y que el esfuerzo por mantenerme vivo y la esperanza de salir del cautiverio, tuvo su recompensa.
Es difícil expresar cuales son mis sentimientos en este momento. La alegría del reencuentro con mis hijos, mis hijas, mis primeros nietos, MOROCHOS, nacidos en Agosto del año pasado, mamá, hermanos, familia y ustedes, amigos y amigas, me dan un ánimo más allá de lo imaginable. Saber que tantas personas rezaban y estaban pendientes de nuestro bienestar no me es posible describirlo en estas breves palabras.
Me crean un compromiso de vida, una hermosa obligación de servir y aumentar los esfuerzos por enseñar y transmitir un mensaje de FE Y ALEGRIA no sólo a nosotros, ya adultos, sino a todos los niños y jóvenes, a quienes tenemos que dar las oportunidades para que crezcan, se eduquen y construyan una sociedad llena de valores humanos y espirituales.
Quiero pedirles, que este apoyo dado a mi familia y a mi persona, lo trasladen a los secuestrados y a sus familias, quienes sufren un drama similar. Ese apoyo es la fuerza espiritual y moral que durante el cautiverio nos mantienen con la esperanza de regresar a nuestro hogar.
Que Dios y la Virgen nos cuiden y bendigan a TODOS.